La Putrefacta Perfecta
Azaliah Ardito
Que soy un monstruo,
eso lo sé.
Soy una criatura deforme
que aprendió a amar
las irregularidades
de su piel, de su rostro y de su sexo.
Soy un monstruo; sí, lo sé.
Un monstruo creado con palabras
y un montón de vómito ácido,
que dañaron mi piel y -peor aún- mi alma.
En mi cuello o pescuezo
llevo una soga, por si hace falta.
Soy el mítico minotauro traicionado,
un monstruo que ama y que te ama,
un monstruo del cual sólo sientes compasión y lástima.
En mi laberinto oscuro puedo sentir la humedad.
Y, si detengo la respiración por un momento,
puedo oír el eco retórico de tu voz
(falazmente complaciente)
diciéndote y diciéndome:
“alguien te querrá; pero no seré yo,
bello excremento del intestino.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario